VIII. Deseo hedonista
Jazmines y fresas ácidas. Esferas de vidrio semejantes a perlas pero mucho más intensas que cualquier otro color. Rosadas como el vino dulce que toman los reyes en la corte. Tiene ganas de bailar, de deslizarse entre sus sombras y de hablar sin ser objeto ni muñeca de cualquier mirada. Tami no quería ser ella misma. Por un momento quería dejar de ser única, de decolorar sus alas rosas, quería ser una de tantas satyras que se mueven por el placer, y lo consiguen sin ser mal vistas.
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